Si eres de los que tienen más películas que calcetines (y no lo digo por decir), probablemente también hayas caído en la tentación de organizar tu colección como si fuese la Biblioteca Nacional.
Y ojo, no es malo.
Es ese pequeño «archivista frustrado» que todos los coleccionistas llevamos dentro.
Porque claro, no basta con tener las estanterías llenas de 4Ks, Blu-rays, DVDs y algún que otro VHS que sobrevive a la mudanza desde hace veinte años.
Hace falta orden, método, control… y, para qué negarlo, un puntito de obsesión.
El Excel eterno
Todo empieza con un inocente archivo de Excel.
Unas cuantas columnas con título, director, año y formato. Nada fuera de lo común. Pero dale tiempo y verás cómo eso se convierte en un monstruo de 20 pestañas, con filtros, colores, notas y hasta fórmulas que solo entiendes tú.
Ese Excel acaba siendo el Santo Grial de tu colección.
Lo consultas más que la cuenta del banco. Y cuando alguien te pregunta si tienes tal película, en lugar de mirar la estantería, vas directo al Excel, que para algo te has tirado horas picando datos.
Las etiquetas de la estantería
Hay un momento en que tu TOC da un paso más.
No te basta con saber lo que tienes: ahora lo quieres ver de un vistazo. Y ahí entran las etiquetas en las baldas, clasificando por género, director, distribuidora o hasta por «ediciones con slipcover vs. sin slipcover».
Es entonces cuando tu salón empieza a parecerse a una videoteca de barrio de los 90, y lo mejor es que tú lo disfrutas como si fuese la Cueva de Alí Babá del coleccionismo.
La app mágica
Y claro, ¿qué coleccionista moderno vive sin una app para escanear códigos de barras?
De repente, cada compra se convierte en un ritual: abres la caja, escaneas el código y ¡pam!, colección actualizada.
Lo que al principio era una ayuda práctica acaba siendo casi un juego. Y sí, también hay apps que te sacan estadísticas del tipo: «El 32% de tus películas son westerns» o «Has invertido lo mismo en cine de terror que en gasolina este año».
Datos que no necesitabas saber, pero que te hacen sentir que tu colección está científicamente validada.
Pasión con un toque de obsesión
Al final, más allá de listas, etiquetas y apps, lo que hay detrás es lo de siempre: pura pasión por el cine y por el formato físico.
Y aunque a veces nos ríamos de nuestro «lado archivista», lo cierto es que sin él, probablemente no disfrutaríamos tanto de nuestra colección.
Porque, seamos honestos, ¿qué sería de un buen coleccionista sin ese puntito de obsesión?
Y tú, ¿eres de los que disfruta del simple placer de llenar la estantería, o también tienes una tabla Excel o App mágica esperando a cada nueva adquisición?