Presentada en la 69ª edición de la Seminci, aunque fuera de concurso, Sing Sing nos introduce a una historia real y llena de significado: un grupo de presos del Centro Correccional Sing Sing que hallan en el teatro una vía para redefinir sus vidas y explorar sus emociones.
Dirigida por Greg Kwedar, la película se sustenta en un reparto encabezado por Colman Domingo, quien entrega una actuación poderosa, acompañado de actores no profesionales que en su mayoría fueron parte del proyecto original.
Esta decisión de casting auténtico confiere a la película una frescura y realidad que rara vez se alcanzan.
La producción, comprometida con un enfoque económico justo, optó por remunerar a todos los actores y trabajadores, incluidos los principales, con el salario mínimo diario estipulado por el SAG y otorgándoles participación en las ganancias.
Este detalle no solo refuerza el espíritu de comunidad que la cinta promueve, sino que también refleja una ética de igualdad que se convierte en uno de los temas fundamentales de la obra.
Se utiliza el teatro como una herramienta de autodescubrimiento y liberación emocional para los presos.
La cámara se detiene en sus gestos y expresiones, destacando cómo, ensayo tras ensayo, los actores-prisioneros exploran los matices de la condición humana y logran encontrar un sentido de identidad y pertenencia.
Es en esta narrativa de crecimiento colectivo donde la película brilla, mostrando que el arte puede generar un cambio profundo incluso en los entornos más restrictivos.
Sing Sing es, en esencia, una película sobre la posibilidad de transformación y el poder del trabajo en equipo, presentando el teatro como un medio de esperanza y resurgimiento personal.
La obra de Kwedar se convierte en un homenaje a la fuerza del espíritu humano, subrayando que la expresión artística puede abrir puertas y traspasar fronteras, incluso dentro de los muros de una prisión.