(O cómo hacer de un zurullo jurásico algo casi potable)
Vamos a ver… ¿te acuerdas cuando Jurassic Park era sinónimo de magia, de ver dinosaurios por primera vez como si Spielberg nos estuviera tirando un T-Rex a la cara?
Pues olvídate de eso.
Jurassic World: El Renacer va por otro camino. Ni mejor, ni peor… diferente. Como cuando vas a una churrería y pides por error sushi.

Esta nueva entrega, que ni es secuela, ni precuela, ni reboot, sino recuela paralela lateral con retrogusto a videojuego arcade de los 90, se carga de un plumazo todo lo que han montado en la trilogía anterior.
¡PUM! Adiós Dominion, adiós Chris Pratt, adiós a las motos esquivando raptors por Malta como si fuera una peli de Fast & Furious con escamas.
¿Y qué nos dan a cambio?
Pues una idea que, si la cuentas con dos birras encima, suena hasta divertida: hay una isla donde tiran los prototipos chungos de dinosaurios mutantes, y los protas tienen que sacarle sangre a tres bicharracos: uno del agua, otro del aire y otro de la tierra. Como si fuera el modo historia de un videojuego de la Play 2.
Y aquí es donde entra Gareth Edwards, el de «Rogue One» (que ojo, es de lo mejor que le ha pasado a Star Wars en 20 años).
El tío intenta montar una peli con aroma a serie B carísima, con estética a lo Monstruos de bolsillo jurásicos edición limitada. Y aunque la cosa es un disparate, tiene algo… no sé, sabor. Como cuando te comes una hamburguesa que sabes que no es buena, pero oye, lleva todo lo que te gusta: bacon, cebolla crujiente y salsa barbacoa.
¿Es una buena película? Mira, no. ¿Es un desastre total? Tampoco.
Es ese tipo de cine que ves, disfrutas como quien se traga una de tiburones voladores en MegaCine, y al día siguiente apenas recuerdas si el protagonista era humano o un velociraptor con gorra. Pero, ¿y lo bien que te lo pasaste?
Además, recuperan a David Koepp (el guionista original de Jurassic Park, que ya es como llamar al padre cuando todo se ha ido de madre) y meten a Frank Marshall en la producción para dar un barniz de respeto a todo este desmadre.
¿Funciona? A ratos.
Pero al menos no te intentan vender la moto de que esto es una epopeya seria. Aquí han venido a jugar. Y a sacar sangre. Literal.
Resumiendo: Jurassic World: El Renacer es como si mezclas un «Monster Hunter» con «La isla del doctor Moreau» y le metes CGI a lo loco. ¿Es la peli que necesitábamos? No. ¿Es la peli que merecíamos? Tampoco. Pero al menos es distinta. Y con eso, después de Dominion, ya ganamos algo.
