La película argentina cerró el I Festival PUFA en su sección oficial con una propuesta visualmente impactante pero narrativamente débil.
Pedro Cristiani nos lleva a un descenso perturbador a través de exorcismos violentos y blasfemos.
La película mezcla el humor y el horror de manera inusual, dejando una impresión duradera en el espectador. Hay que destacar que el film no es para todo el mundo.
El intento de Keishi Kondo de explorar el dolor y la pérdida se desmorona. Una experiencia visualmente fascinante pero narrativamente fallida que deja a los espectadores más confundidos que conmovidos.
Una premisa intrigante arruinada por una narrativa confusa y actuaciones sin alma. Un ejemplo de cómo una buena idea puede ser desperdiciada por una mala ejecución.
Iván Sánchez con su actuación y Mario Pagano en la dirección brillan en esta odisea postapocalíptica que explora la lucha por la humanidad y la vuelta a nuestros orígenes.
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